Estimados Hermanos en Cristo Jesús, les compartimos la instrucción REDEMPTIONIS SACRAMENTUM, que especifica sobre algunas cosas que se deben observar o evitar
acerca de la Santísima Eucaristía.
La instrucción REDEMPTIONIS SACRAMENTUM tiene su origen por San Juan Pablo II, quien el 17 de abril de 2003, en la Solemne Misa In Coena Domini del jueves santo, celebrada en la Basílica de San Pedro, el Santo Padre firmaba y ofrecía a la Iglesia su decimocuarta carta encíclica, Ecclesia de Eucharistia. Así mismo indicó que la Sagrada Eucaristía “está al centro de la vida de la Iglesia”, que “ella une el cielo con la tierra. Abraza e impregna toda la creación”, y que “es la más preciada posesión que la Iglesia pueda tener en su peregrinación a través de la historia”.
San Juan Pablo II solicitó a la Curia Romana preparar un documento que contenga las normas litúrgicas para la celebración de la Eucaristía, para así evitar los numerosos abusos que se comenten en la celebración de la Eucaristía. San Juan Pablo II indicó que: «A nadie le está permitido minusvalorar el misterio confiado a nuestras manos: es demasiado grande para que cualquiera se sienta en libertad de tratarlo con ligereza y desidia, debido a su sacralidad y universalidad».
Este es el origen de la Instrucción que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en estrecha colaboración con la Congregación para la Doctrina de la Fe, entrega ahora a la Iglesia Latina.
En la instrucción REDEMPTIONIS SACRAMENTUM se especifica que es muy importante tomarla en cuenta y no a la ligera. Dado que los abusos concernientes a la Sagrada Eucaristía amenazan a la validez del sacramento. Otros abusos manifiestan una deficiencia en la fe eucarística. Otros contribuyen a crear confusión entre el pueblo de Dios y a hacer crecer la desacralización de la celebración eucarística. En efecto, ninguno de ellos puede considerarse banal.
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO
Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS
INSTRUCCIÓN
REDEMPTIONIS SACRAMENTUM
Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar
acerca de la Santísima Eucaristía
LA SAGRADA COMUNIÓN
1. LAS DISPOSICIONES PARA RECIBIR LA SAGRADA COMUNIÓN
[88.] Los fieles, habitualmente, reciban la Comunión sacramental de la Eucaristía en la misma Misa y en el momento prescrito por el mismo rito de la celebración, esto es, inmediatamente después de la Comunión del sacerdote celebrante.[172] Corresponde al sacerdote celebrante distribuir la Comunión, si es el caso, ayudado por otros sacerdotes o diáconos; y este no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunión de los fieles. Sólo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden ayudar al sacerdote celebrante, según las normas del derecho.[173]
[89.] Para que también «por los signos, aparezca mejor que la Comunión es participación en el Sacrificio que se está celebrando»,[174] es deseable que los fieles puedan recibirla con hostias consagradas en la misma Misa.[175]
[90.] «Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos», con la confirmación de la Sede Apostólica. «Cuando comulgan de pie, se recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia, que deben establecer las mismas normas».[176]
[91.] En la distribución de la sagrada Comunión se debe recordar que «los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos».[177] Por consiguiente, cualquier bautizado católico, a quien el derecho no se lo prohiba, debe ser admitido a la sagrada Comunión. Así pues, no es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie.
[92.] Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en la boca,[178] si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la confirmación de la Sede Apostólica, se le debe administrar la sagrada hostia. Sin embargo, póngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano.[179]
[93.] La bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento.[180]
[94.] No está permitido que los fieles tomen la hostia consagrada ni el cáliz sagrado «por sí mismos, ni mucho menos que se lo pasen entre sí de mano en mano».[181] En esta materia, además, debe suprimirse el abuso de que los esposos, en la Misa nupcial, se administren de modo recíproco la sagrada Comunión.
[95.] El fiel laico «que ya ha recibido la santísima Eucaristía, puede recibirla otra vez el mismo día solamente dentro de la celebración eucarística en la que participe, quedando a salvo lo que prescribe el c. 921 § 2».[182]
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